Un fotograma de una película rusa donde se creen en Chicago y luego hablan de los japoneses y su mimetismo. Se creen Chicago y las conejitas de Play

boy sirviendo las mesas a los distinguidos clientes cual el glamour dicta.
Se creen Chicago y los años treinta. ¿Es el modo que tienen de abjurar de la Revolución del 14 y los Lenin, suspirar por Al Capone y el sindicato del crimen? ¡Pero si están, en Chicago, New York, los Gambino los Genovese, Cosa Nostra, Famiglia, si nunca salieron, si la periodista muerta y si esta conejita! ¡Y si hasta la misma EEUU jamás salió de Sicilia! ¡¿E Italia lo dejó, Bélgica Bruselas lo deja?!, las niñas muertas de allí y el único culpable enchironado el que grabaga los vídeos snap con las torturas violaciones asesinatos de las niñas para divertimento de, entre otros hombres de bien, no sé si mujeres, políticos, etc. ¡¿Y qué se ficieron de tamaños escándalos, qué clase de padres de las criaturas muertas que pasan por esa impunidad, por ese marcharse los vídeos a EEUU, ya ves a EEUU, pues en Bélgica no podían garantizar que no desaparecieran, y dónde están los vídeos, las caras populares que aparecían en aquellos filmaciones asistiendo a aquellos asesinatos en directo para recreo de su exquisita sensibilidad que jamás se supo de ellas, luego dirán que fue invento difamatorio, pesadilla de conspiraciones?!
Espeluznante, conejita del canotier, que no se les indigesten a tus clientes tus tetas.
Y yo me discurro, discurso, monologo, ante la de la bandeja: Bien podría pasársela al individuo al que mire, y éste con su pene cual ella con sus tetas la portase, con delantalito, canotier, y orejas de conejito, o las que más le correspondan, ejemplo: orejones de burrito; y en el culo una flor: de macetero, es más suyo lo de por atrás rabito.