Y de este manojo de folios que jamás fuese libro
esta carta para el pueblo ruso veinte años por mis cajones,
esperando veinte años a poder ser divulgada para llegar en algo a sus destinatarios.
Carta al pueblo ruso de una escritora veinte años sin futuro en el loado occidente
(Ya van para cuarenta, hay que aclarar)
Es lo mismo que decir que os escribe una muerta
(Efectivamente)
No sé qué demoníaco tiene el capitalismo.
Ahora que os debatís en ese mar de dudas a la hora de plantearos capitalizar el socialismo; y parece que no venga a deciros nada nuevo dando la razón a vuestros más intransigentes o torpes líderes con eso del demonio visto como capital. Pero no es verdad. Ellos son torpes pero ganadores, y yo una occidental perdedora. ¡Y es verdad, más de lo que se sospechasen vuestros líderes más torpes cuanto más crueles, lo del demonio visto como capital, o éste como aquél! San Satanás lo atestigua.
No sólo en la proximidad de Cristo se ve verdad tan clara como ésta: el dinero es lo contrario de la humanidad. "El mundo será socialista o perecerá". Acordaos. Es muy cierto. El capitalismo tal como es concebido, el dinero tal como lo es, es el camino más seguro hacia la destrucción de todo y todos pensando que se transita por un lecho de rosas, eso quienes transiten por esos espumosos jardines por otros trabajados, estercolados, arados, sembrados.
Obra de acuerdo al principio acumulativo, mal principio si hablamos de equilibrios: Al que tiene más, más, o como mi abuela decía: Al que le colma de bienes, le colma de bienes (Dios ese torpe) y al que de males... le jode hasta la consunción total.
Yo veo que lo único que tenéis que capitalizar u occidentalizar vosotros es la llamada entre nosotros "libertad de expresión", esa apariencia, QUE LO PAREZCAMOS AUNQUE NO LO SEAMOS. Pues nosotros también deberíamos "capitalizar" u "occidentalizar" lo que pareciera de sobra propio de sobra occidentalizado: libertad tan timo, sobre todo si de expresión. Debemos capitalizarla o revitalizarla más, ¡y además conseguir eso que se supone sí existe entre vosotros: Igualdad de oportunidades! (Puede que también sea un decir, como lo de aquí y nuestra libertad de expresión) Obramos con vosotros como las sirenas con Ulises: Es un perfecto engaño el que os hayan hecho creer a algunos de vosotros que aquí decimos todos todo, bien lo pensemos o bien lo digamos hasta sin pensar. Es el dinero por delante comprando a la cultura o pasaje en su barca, no sé si de privilegiados o de locos o de necios, lo uniquito que aquí desata lenguas o pasiones o expresiones. Dando gracias al mecenas que invierte el capital que nos permita pensar públicamente.
Vosotros tenéis políticos y militares que os cierran el paso hacia el futuro; ¡nosotros además, ricos! O: ¡Todo para unos pocos! Ese es el lema del dinero: Un máximo para un mínimo.
...Y yo que tenía la esperanza de que vosotros cambiarais eso para redimir a un mundo. ¡Y yo que como Dostoyevsky, o mi padre, siempre pensé en el mesiánico papel de Rusia!
No busquéis en occidente de oropel de pacotilla fórmulas de salvación. La libre empresa es mentira, como otras muchas cosas a las que añaden el libre por delante o por detrás. Aquí sólo hay una clase de empresarios, como una clase de todo lo que figura, y como ya dije: DINERO POR DELANTE, se llama, que donde hay más, más, principio acumulativo fórmula para acabar con el mundo.
Os ha hablado una escritora que quizá en vuestro país tampoco hubiese publicado; pero que habría tenido un más fácil acceso a toda ciencia. Hoy quizá se me reconocería, allí por supuesto, como bióloga o física.... Cuanto aquí me he quedado en letras baldías, pues a mis cajones nacieron, por los cojones de los que antes hablábamos, DINERO, tan como allí la misma glándula colocada al timón de los aconteceres: Macho mundo arruinado por ellos, vosotros, los líderes: machos.
Macho y dinero, ahí tenemos el principio del mal, o el príncipe... Viene, pero nada puede contra mí (viene, está y jamás habrá de marcharse) pues... Ya estoy muerta. Gracias al capitalito que os llama con su canto de sirena declarando así a plena voz lo inútil de una revolución que para nada se hizo, sacrificios inútiles... Sangre derramada, penalidades sufridas, tan inútilmente por tantos de vosotros, vuestros padres, y la bochornosa herencia que habréis de legar a vuestros hijos.
Hoy, a veinte años de esta carta, se sabe que tantos y tantos hijos que fueron de la revolución, y su descendencia, por años y años, en tantas capas de la población rusa, jamás saldrán de la miseria a la que están condenados... ¿Por su capitalizarse? ¿Por su endemoniarse? ¡Más todavía! Más todavía que perdidos estaban en manos de sus torpes líderes... Aquellos sanguinarios que hoy se siguen perpetuando en personajes tan zares mediocres, grises más que rojos blancos, tal que el Putin.